La Piedra Feliz
Como un mito que se clava
en la costa marinera,
la Piedra Feliz se alza
con su sombra verdadera.
Roca que fue señalada
por la memoria,
en la arena se duerme
con su historia.
Con su historia, sí,
el mar murmura,
dejó su huella honda
y su figura.
Brilla en la rompiente,
eterna y fuerte.
La pena de la piedra
Mito triste entre las olas,
la Piedra Feliz me nombra.
En la arena se deshace
como una historia sin sombra.
El mar guarda su secreto
bajo la espuma,
y su voz me persigue
como una bruma.
Como una bruma, sí,
la llevo dentro,
y el tiempo la dibuja
con puro viento.
Me late en mi costado
su canto ahogado.
La piedra no olvida
Piedra firme del deseo,
nadie pasa sin mirarla.
Tiene historias en los bordes
que el viento no deja hablarlas.
Marcada por mil pasos
y despedidas,
la memoria en su cuerpo
sigue encendida.
Sigue encendida, sí,
como una herida,
y el mar le pega fuerte
día tras día.
Ni el tiempo le descuenta
ni una tormenta.
La piedra y el eco
Como un signo entre la espuma,
la Piedra guarda su rastro.
No es roca: es forma y presagio
en el silencio del pasto.
Su sombra se disuelve
con cada ola,
y un murmullo sin rostro
la descontrola.
La descontrola, sí,
sin que se vea,
como un faro que late
pero no ondea.
La piedra que respira,
luz que delira.
Piedra del puerto
Ahí está la piedra dura,
donde rompe la marea.
La miran los que se fueron,
la pisa quien no la crea.
En la arena se queda
como testigo,
con la sal en el lomo
y sin abrigo.
Y sin abrigo, sí,
como una anciana,
la rozan los secretos
de cada alma.
La piedra de la costa,
nunca se agosta.
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